jueves, 2 de julio de 2015

Cómo Katy Perry cambió mi manera de pensar

Eran las dos de la tarde. En ese momento iban a televisar la película Part of me (parte 1) de Katy Perry. Decidí verla, y así conocer su trayectoria musical.

Conforme pasaba el tiempo, o con él el filme, me iba percatando de que no todo lo que había conseguido en su vida lo obtuvo por su bello rostro. No. Hizo muchos sacrificios.
Katy fue criada en el seno de una familia muy cristiana, seguidora de la palabra de Dios. No cantaba canciones profanas ni vestía como las niñas de su edad. En la pubertad descubrió que lo suyo era la música, aunque solo cantase canciones religiosas.
Enfrentó a sus padres en el momento en que decidió lo que quería, y salió a por ello.
No obstante, a pesar de su deseo por ser una persona reconocida y brindar con su música sonrisas y alegrías, sufrió varios rechazos por parte de las disqueras a las cuales recurría.
Así sucesivamente hasta que sí obtuvo lo que quiso, y por más sacrificios que tuvo que hacer para mantenerse de pie y luchar por sus sueños, nunca abandonó aquello que le había costado tanto sacrificio lograr.

Ustedes se preguntarán por qué digo todo esto. Pues, esta historia me enseñó algo muy importante en la vida: Solo vivimos una vez, y debemos hacer que valga la pena. Aquellos sueños, metas, propósitos que tengamos debemos luchar por ellos. No importa cuán difícil sea, hay que ser constantes y perseverantes, solo así conseguiremos, tarde o temprano, lo que nos proponemos.

Así que, si tú tienes metas trazadas, objetivos claros, ¡persíguelos! Solo tienes una oportunidad en la vida, y mil opciones para conseguirlo.

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