sábado, 16 de mayo de 2015

María Ingenua, Úrsula Ingrata (Continuación)

Me quedé esperando tu llamada. Ya jamás vuelvo a ilusionarme. Ustedes, ambos son tela cocida con las mismas manos.

Siempre ha sido así. Desaparecen sin avisar, sin decir un ''hasta luego''. Lo peor de todo es que nunca me acostumbro al fallo. Caigo y vuelvo a caer como si sus ojos hipnotizaran mi razocinio.

Me desarma, dejas un vacío en mi interior al marcharte, como cuando el otoño abraza los árboles arrastrando consigo todas sus hojas.

Ya no vuelvo a creer. Recito estas palabras con sobria amargura.

Cuando me calmo, olvido todo y cada daño cometido se repara por sí solo sin que yo pueda pronunciar palabra alguna.

2 comentarios: