miércoles, 15 de abril de 2015

La calle de los recuerdos


De camino a casa de mi padre o cuando voy a visitar a una amiga, cualquiera que fuere la excusa, me encuentro contigo. Tan plana, tan ancha, siempre motivándome a mirarte. Con ojos provocativos y sonrisa perversa me dices que no te he podido olvidar. Momento inolvidables y que, difícilmente vuelva a vivir, pude experimentar cruzando tu largo torso. Tu lo sabes, por eso me chantajeas. Trato de no mirar hacia donde estás, pero fallo sin chistar. Eres realmente tentadora. Los mejores recuerdos, y a la vez los más dolorosos están grabados en mi memoria, y todos fluyen con tan solo saber que estás cerca de mi. Cada vez que te tenía en frente contaba los pasos hacia mi destino. Mi corazón palpitaba fuertemente.

Me preocupaba en llegar rápido. El camino se hacía largo o corto, dependiendo de mis ganas de verlo. Sonrisas tiernas, atracos de pasión, besos intensos, miradas de amor, caricias que marcaban mi piel, todo esto en una misma dirección.

En aquella calle yo veía mis ansias surgir y rogar por el dulce roce de sus dedos. Sus ojos, tan claros como el día me miraban con recelo, cual gato que asecha su presa. Su ropa me hacia diferenciarlo de cualquier otra persona. Su piel, tan tersa como sábanas de seda, y tan clara y rozagante como flores en primavera. ¡Dios mío! Me había acostumbrado demasiado a él.

No fue el mejor, pero aún así me marcó por siempre. Su recuerdo es dulce y amargo. Veo su rostro cada que atravieso aquel lugar con nerviosismo. Es inevitable no pensar en él.

Cada que cruzo ese sendero, viene a mi mente algo en especial que aprendí: ''No dejaré que los momentos tristes quiten puesto a los que realmente son importantes, aquellos que nos hacen felices''.

No hay comentarios:

Publicar un comentario